Ya hay alguna entrada en el blog sobre el tema: las consecuencias de las guerras en la educación. Pero, aprovechando lo publicado en Cuadernos de Pedagogía (nº 412, mayo 2001) con el título “La educación, otra víctima encubierta de las guerras”, firmado por Francesc Pedró, sobre el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2011 (UNESCO), conviene refrescar el tema y denunciar, una vez más, la situación en la que se encuentran los niños en los países en guerra. No hay consecuencias positivas de las guerras. Todo lo que acontece y sus consecuencias deja cicatrices irreparables en los seres humanos que las padecen. En los niños y niñas aún más.
En informe hace un análisis de las guerras sobre la educación, denunciando las situaciones de violencia de los niños ya que los sistemas educativos se encuentran en primera línea de fuego, haciendo de los niños la población más vulnerable. También, nos recuerda que están sin escolarizar el 42% de los niños en edad escolar y viven, precisamente, en los países más pobres. En Afganistán han aumentado los ataques contra los colegios. En Pakistán se ceban con las escuelas femeninas. En la República Democrática del Congo un tercio de las violaciones las sufren las menores. Las violaciones y los abusos sexuales dejan secuelas irreparables e inolvidables, creando miedo y rupturas familiares. Y eso que están considerados crímenes de guerra por los Tribunales Internacionales.
El informe denuncia el desvío de fondos hacia gastos de armamento. Los países más pobres dedican más dinero a armas que a educación. Los países más ricos, llamados donantes, restan apoyo a la educación prestando más atención a los gastos bélicos. No se presta la ayuda humanitaria necesaria a los escolares en los países en conflicto, sólo un 2% se dedica al apoyo a la educación.
Con sólo lo que se gastan en 6 días los países más ricos en armamento se enjugaría el déficit en financiación de la Educación para Todos.
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